Parashat haShavua: HAAZINU 5771
Rabino Gustavo Kraselnik
Parashat Haazinu, la penúltima de la Torá está compuesta por 52 versículos de los cuales 43 corresponden al cántico de despedida de Moisés.
Como los otros poemas de la Torá (la bendición de Iaakov, Gen 49; el cántico del mar, Ex. 15; la fábula de Bilaam, Núm. 22-23; y la bendición de Moisés, Deut. 33) Haazinu está escrito en un hebreo antiguo que se refleja en el uso de estructuras gramaticales arcaicas así como en la utilización de palabras poéticas poco frecuentes.
Como introducción a la parashá, el rabino Mordejai Ederi z”l, en su notable traducción y comentario al Jumash, cita al Rabenu Bejaie (España siglo XIII): “La esencia de este cántico, es que Moshé devela ante el pueblo de Israel todos los acontecimientos de su futuro. Comienza desde la creación del mundo, de los pueblos, de Israel, finalizando en los días del Mesías.”
Sin embargo al adentrarnos en los detalles, las cosas no son tan claras. El uso de metáforas para anunciar sucesos futuros ha generado un sinfín de interpretaciones. Ante los enigmas que plantea el texto, ya el Midrash (Sifrei, Haazinu 322) plantea una fuerte discrepancia entre Rabi Iehuda y Rabi Nejemia. Para el primero, todo el poema hace referencia a Israel. Para el segundo, el cántico anuncia lo que le va a ocurrir a las otras naciones.
También para los investigadores modernos, las alegorías que plantea el poema hacen difícil su comprensión. Si bien reconocen la antigüedad del cántico, no se ponen de acuerdo sobre cuando pudo haber sido escrito (desde el siglo XII al VIII AEC.) ni a que enemigos va dirigido. (Samaritanos, cananeos, asirios, etc).
Más allá de las complejidades que plantea el poema, a mí me impacta como comienza: «Escucha, cielo, y hablaré. Oiga la tierra las palabras de mi boca”. (Deut. 32:1). Los comentaristas centran su análisis en la mención del cielo y la tierra.
Rashi (Francia, siglo XI) sostiene que poner por testigos al cielo y a la tierra se vincula con el deseo de Moisés de proyectar sus palabras más allá de su propia muerte, “los cielos y la tierra permanecerán allí por siempre.” Abraham Ibn Ezra (España siglo XII) cita la interpretación de Saadia Gaón: “Los cielos se refiere a los ángeles y la tierra a los seres humanos.”
En lo personal, siento que la fuerza de las palabras de apertura del cántico, radica en los verbos; en el atrevimiento de Moisés de hacerse escuchar, en exigir atención y en sentir que tiene algo para decir. Ya sea un mensaje que trascienda su tiempo (Rashi) o uno que incluya a todos (Ibn Ezra).
Eso es, entre otras cosas, lo que lo hace un gran líder. Su convicción de querer transmitir un mensaje y que éste sea escuchado. Un mensaje que incluya a todos. No decir aquello que las encuestas indican, no dejar de decir aquello que resta votos, sino hablar desde el corazón, diciendo lo que uno cree, lo que uno siente.
En una época de palabras vacías y devaluadas, en donde se escucha más a un asesor de imagen que a la propia conciencia, Moisés, “el hombre más humilde” nos muestra una vez más las líneas maestras de un buen liderazgo. Ideales, determinación, firmeza y la fuerza de unas palabras que además de ser bellas son capaces de trascender en el tiempo.
Shabat Shalom y Shaná Tová!!
Gustavo
Parashat haShavua: HAAZINU 5771
Rabbi Gustavo Kraselnik
Parashat Haazinu, the second to last of the Torah, is made up of 52 verses, 43 of which correspond to Moses’ farewell chant.
As the other poems in the Torah (Jacob’s blessing, Gen 49; the song of the sea, Ex.15; Bilaam’s fable, Num. 22-23; and Moses’ blessing, Deut.33), Haazinu is written in ancient Hebrew, reflected both through the use of archaic grammatical structures and rarely used poetic words.
As an introduction to the parashah, in his outstanding translation and commentary of the Chumash, Rabbi Mordechai Ederi z”l quotes Rabbeinu Bechaie (Spain, 13th century): “The essence of this song is that Moses reveals before the people of Israel all the events in their future. It begins with the creation of the world, of the nations, of Israel, ending with Moses’ days.”
However, if we delve into the details, things are not that clear. The use of metaphors to announce future events has generated a great many interpretations. Facing the enigmas posed by the text, the Midrash (Sifrei, Haazinu 322) already states a strong discrepancy between Rabbi Yehuda and Rabbi Nehemiah. The former believes the poem refers to Israel; the latter, that the chant announces what is going to happen to the other nations.
The allegories posed by the poem have complicated its understanding for modern scholars as well. Although they recognize the antiquity of the chant, they do not agree on the time when it was written (from the 12th century to the 8th bCE), nor to which enemies it is directed (Samaritans, Canaanites, Assyrians, etc.).
Beyond the complexities posed by the poem, the way it begins strikes me: “Give ear, ye heavens, and I will speak; and let the earth hear the words of my mouth” (Deut. 32:1). Commentators focus their analysis on the reference to heaven and earth.
Rashi (France, 11th century) maintains that by putting heaven and earth as witnesses, Moses expresses his desire to project his words beyond his own death, “witnesses that endure forever”. Abraham Ibn Ezra (Spain, 12th century) quotes Saadia Gaon’s interpretation: “Heaven refers to angels, and earth to human beings.”
Personally, I believe that the force of the opening words of the chant lie on its verbs; in Moses’ daring to be heard, to demand attention and feel he has something to say. Whether it be a message that transcends his time (Rashi) or one that includes everyone (Ibn Ezra).
That is, among other things, what makes him a great leader. His conviction of wanting to pass on a message that will be heard. A message directed to everyone. Instead of saying that which the surveys show will work; to not hold back that which will take away votes; but to speak from the heart, saying what one believes, what one feels. This is the stuff of great leaders.
In an age of empty and devalued words, where the opinion of an image advisor is more important than our own conscience, Moses, “the humblest man”, once again shows us the master lines of good leadership. The ideals, determination, strength and force of some words which, besides being beautiful, have the capacity to transcend their time.
Shabbat Shalom and Shanah Tovah!!
Gustavo
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